Las
colonias inglesas: En 1607 un grupo de atrevidos colonizadores ingleses
construyó una diminuta aldea en Jamestown, Virginia. Portadores de una cédula
del Rey Jaime I de Inglaterra, fundaron la primera colonia inglesa que
sobrevivió. Una compañía londinense interesada en obtener utilidades financió
la fundación, pero nunca las obtuvo. De los primeros 105 colonos, 73 murieron
de hambre y enfermedades en los primeros siete meses después de su arribo. Pero
la colonia con el tiempo creció y prosperó. Los virginianos descubrieron la
forma de ganar dinero con el cultivo del tabaco, el cual empezaron a enviar a
Inglaterra en 1614.
En
Nueva Inglaterra, la región nororiental de lo que hoy es Estados Unidos, los
puritanos ingleses establecieron varias colonias. Estos colonizadores pensaban
que la Iglesia de Inglaterra había adoptado demasiadas prácticas del
catolicismo, y llegaron a América huyendo de la persecución en tierras inglesas
y con la intención de fundar una colonia basada en sus propios ideales
religiosos. Un grupo de puritanos, conocidos como los peregrinos, cruzaron
el Atlántico en un barco llamado Mayflower y
se establecieron en Plymouth, Massachusetts, en 1620. Una colonia puritana
mucho más grande se estableció en el área de Boston en 1630. Para 1635, algunos
colonizadores ya estaban emigrando a la cercana Connecticut.
Llegó
toda clase de gente: aventureros, maleantes, fervorosos creyentes,
constructores, soñadores. América les prometía, como dijo el poeta Robert
Frost, un nuevo comienzo para la raza humana. Desde entonces, los
estadounidenses han considerado a su país como un gran experimento, un modelo
valioso para otras naciones. Nueva Inglaterra también estableció otra
tradición: un rasgo de moralismo frecuentemente intolerante. Los puritanos
creían que los gobiernos debían hacer cumplir la moralidad de Dios. Castigaban
severamente a los bebedores, los adúlteros, los violadores del Séptimo Día, y
los herejes. En las colonias puritanas el derecho de voto se limitaba a los
miembros de la iglesia, y los salarios de los ministros se pagaban de los
impuestos.
Roger
Williams, un puritano que no estaba de acuerdo con las decisiones de la
comunidad, sostuvo que el estado no debía intervenir en cuestiones religiosas.
Obligado a salir de Massachusetts en 1635, fundó la vecina colonia de Rhode
Island, la cual garantizaba libertad religiosa y la separación del estado y la
iglesia. Las colonias de Maryland, establecida en 1634 como refugio para
católicos, y Pennsylvania, fundada en 1681 por el dirigente cuáquero William
Penn, también se caracterizaron por su tolerancia religiosa. Esta tolerancia, a
su vez, atrajo a otros grupos de colonizadores al Nuevo Mundo.
Con
el paso del tiempo, las colonias británicas de América del Norte fueron
ocupadas también por muchos grupos de origen no británico. Agricultores
alemanes se establecieron en Pennsylvania, los suecos fundaron la colonia de
Delaware y los primeros esclavos africanos llegaron a Virginia en 1619. En
1626, colonizadores holandeses compraron la isla de Manhattan a los jefes
indígenas de la región y erigieron la ciudad de New Amsterdam; en 1664, esta
colonia fue tomada por los ingleses y rebautizada con el nombre de New York.
La época colonial:
Para el visitante
extranjero, Estados Unidos siempre ha dado la impresión de ser no una cultura
sino una mezcla de diferentes culturas. En la época colonial, esta mezcla de
tradiciones contrastantes ya estaba tomando forma. El estrecho idealismo de
Massachusetts coexistía con uno más tolerante de Rhode Island, la diversidad
étnica de Pennsylvania y la práctica agricultura comercial de Virginia. La
mayoría de los colonos trabajaba en granjas pequeñas. En las colonias sureñas
de Virginia, Carolina del Norte y Carolina del Sur, los terratenientes crearon
extensos plantíos de tabaco y arroz en las fértiles cuencas ribereñas. Estos
plantíos eran trabajados por negros bajo el sistema de esclavitud (que se había
desarrollado lentamente desde 1619) o por ingleses libres que convenían en
trabajar sin pago durante varios años a cambio de su travesía a América.
Para
1770 ya habían surgido varios centros urbanos pequeños pero en proceso de
expansión, y cada uno de ellos contaba con periódicos, tiendas, comerciantes y
artesanos. Philadelphia, con 28.000 habitantes, era la ciudad más grande,
seguida por New York, Boston, y Charleston. A diferencia de la mayor parte de
las demás naciones, Estados Unidos jamás tuvo una aristocracia feudal. En la era
colonial la tierra era abundante y la mano de obra escasa, y todo hombre libre
tenía la oportunidad de alcanzar, si no la prosperidad, al menos la
independencia económica.
Todas
las colonias compartían la tradición del gobierno representativo. El monarca inglés
nombraba a muchos de los gobernadores coloniales, pero todos ellos debían
gobernar conjuntamente con una asamblea elegida. El voto estaba restringido a
los terratenientes varones blancos, pero la mayoría de los hombres blancos
tenía propiedades suficientes para votar. Inglaterra no podía ejercer un
control directo sobre sus colonias norteamericanas. Londres estaba demasiado
lejos, y los colonos tenían un espíritu muy independiente.
Para
1733, los ingleses habían ocupado 13 colonias a lo largo de la costa del
Atlántico, desde New Hampshire en el norte hasta Georgia en el sur. Los
franceses controlaban Canadá y Louisiana, que comprendían toda la vertiente del
Mississippi: un imperio vasto con pocos habitantes. Entre 1689 y 1815, Francia
y la Gran Bretaña sostuvieron varias guerras, y América del Norte se vio
envuelta en cada una de ellas. En 1756 Francia e Inglaterra estaban enfrascadas
en la Guerra de los Siete Años, conocida en Estados Unidos como la Guerra
Francesa e Indígena. El primer ministro británico, William Pitt, invirtió
soldados y dinero en América del Norte y ganó un imperio. Las fuerzas
británicas tomaron las plazas fuertes canadienses de Louisburg (1758), Quebec
(1759) y Montreal (1760). La Paz de Paris, firmada en 1763, dio a la Gran Bretaña
derechos sobre Canadá y toda América del Norte al este del Río Mississippi.
La
victoria de Inglaterra condujo directamente a un conflicto con sus colonias
norteamericanas. Para evitar que pelearan con los nativos de la región,
llamados indios por
los europeos, una proclama real negó a los colonos el derecho de establecerse
al oeste de los Montes Apalaches. El gobierno británico empezó a castigar a los
contrabandistas e impuso nuevos gravámenes al azúcar, el café, los textiles y
otros bienes importados. La Ley de Alojamiento obligó a las colonias a alojar y
alimentar a los soldados británicos; y con la aprobación de la Ley de
Estampillas, debían adherirse estampillas fiscales especiales a todos los
periódicos, folletos, documentos legales y licencias.
Estas
medidas parecieron muy justas a los políticos británicos, que habían gastado
fuertes sumas de dinero para defender a sus colonias norteamericanas durante y
después de la Guerra Francesa e Indígena. Seguramente su razonamiento era que
los colonos debían sufragar parte de esos gastos. Pero los colonos temían que
los nuevos impuestos dificultaran el comercio, y que las tropas británicas
estacionadas en las colonias pudieran ser usadas para aplastar las libertades
civiles que los colonos habían disfrutado hasta entonces.
En
general, estos temores eran infundados, pero fueron los precursores de lo que
han llegado a ser tradiciones profundamente arraigadas en la política
estadounidense. Los ciudadanos desconfían del "gobierno poderoso";
después de todo, millones de inmigrantes llegaron a este país para escapar de
la represión política. Asimismo, los ciudadanos siempre han insistido en
ejercer cierto control sobre el sistema tributario que sostiene a su gobierno.
Hablando como ingleses nacidos en libertad, los colonos insistieron en que sólo
sus propias asambleas coloniales podían gravarlos. No admitiremos tributación sin
representación era
su grito de batalla.
En
1765, representantes de nueve colonias se reunieron como "Congreso sobre
la Ley de Estampillas" y protestaron contra el nuevo impuesto. Los
comerciantes se negaron a vender productos británicos, los distribuidores de
estampillas se vieron amenazados por la muchedumbre enardecida y la mayoría de
los colonos sencillamente se negó a comprar las mencionadas estampillas. El
parlamento británico se vio forzado a revocar la Ley de Estampillas, pero hizo
cumplir la Ley de Alojamiento, decretó impuestos al té y a otros productos y
envió funcionarios aduaneros a Boston a cobrar esos aranceles. De nuevo los
colonos optaron por desobedecer, así que se enviaron soldados británicos a
Boston.
Las
tensiones se aliviaron cuando Lord North, el nuevo ministro de hacienda
británico, eliminó todos los nuevos impuestos salvo el del té. En 1773, un
grupo de patriotas respondi6 a dicho impuesto escenificando la Fiesta del Té de Boston:
disfrazados de indígenas, abordaron buques mercantes británicos y arrojaron al
agua, en el puerto de Boston, 342 huacales de té. El parlamento promulgó
entonces las "Leyes Intolerables": la independencia del gobierno
colonial de Massachusetts fue drásticamente restringida y se enviaron más
soldados británicos al puerto de Boston, que ya estaba cerrado a los buques
mercantes. En septiembre de 1774 tuvo lugar en Philadelphia el Primer Congreso
Continental, reunión de líderes coloniales que se oponían a lo que percibían
como opresión británica en las colonias. Estos líderes instaron a los colonos a
desobedecer las Leyes Intolerables y a boicotear el comercio británico. Los
colonos empezaron a organizar milicias y a almacenar armas y municiones.
La revolución:
Dígase a un
estadounidense "1776" ó "4 de julio", e inmediatamente
cualquiera de estas fechas le traerá a la memoria la Declaración de
Independencia, cuando las 13 colonias originales se separaron de Inglaterra. El
19 de abril de 1775, 700 soldados ingleses salieron de Boston para impedir la
rebelión de los colonos mediante la toma de un depósito de armas de estos
últimos en la vecina ciudad de Concord. En el poblado de Lexington se
enfrentaron a 70 milicianos. Alguien, nadie sabe quién, abrió fuego, y la
guerra de independencia comenzó. Los ingleses fácilmente se tomaron a Lexington
y Concord, pero a su regreso hacia Boston fueron hostilizados por cientos de
voluntarios de Massachusetts. Para junio, 10.000 soldados coloniales habían
sitiado Boston, y los británicos se vieron forzados a evacuar la ciudad en
marzo de 1776.
En
mayo de 1775, un Segundo Congreso Continental se reunió en Philadelphia y
empezó a asumir las funciones de gobierno nacional. Creó un ejército y una
marina continentales bajo el mando de George Washington, un hacendado
virginiano y veterano de la Guerra Francesa e Indígena. Se imprimió papel
moneda y se iniciaron relaciones diplomáticas con potencias extranjeras. El 2
de julio de 1776, el Congreso finalmente resolvió : Que estas Colonias Unidas son, y
por derecho deben ser, estados libres y soberanos. Thomas
Jefferson, con la ayuda de otros de Virginia, redactó una Declaración de Independencia,
que el Congreso aceptó el 4 de julio de 1776
La
declaración presentó una defensa pública de la Guerra de Independencia incluida
una larga lista de quejas contra el soberano inglés Jorge III. Pero sobre todo,
explicó la filosofía que sustentaba a la independencia, proclamando que todos los hombres nacen iguales,
y poseen ciertos derechos inalienables, entre ellos la vida,
la libertad y la búsqueda de la felicidad; que los gobiernos pueden
gobernar sólo con el consentimiento de los gobernados; que cualquier gobierno puede ser disuelto cuando deja de proteger los
derechos del pueblo. Esta teoría política tuvo su origen en el
filósofo inglés John Locke, y ocupa un lugar prominente en la tradición
política anglosajona.
Al
principio, la guerra fue desfavorable para los colonos. Los británicos se
tomaron a la ciudad de New York en septiembre de 1776, y a Philadelphia un año
después. Las cosas empezaron a cambiar en octubre de 1777 cuando un ejército
británico bajo el mando del General John Burgoyne se rindió en Saratoga, en el
norte del estado de New York. Alentada por esa victoria, Francia aprovechó la
oportunidad de humillar a la Gran Bretaña, su enemiga tradicional. En febrero
de 1778 se firmó una alianza franco-americana. Pese a sus escasas provisiones y
limitado adiestramiento, las tropas coloniales pelearon bien en general, pero
podrían haber perdido la guerra si no hubieran recibido ayuda del erario
francés y de la poderosa marina francesa.
Después
de 1778, la lucha se trasladó en gran medida al sur. En 1781, 8.000 tropas
británicas al mando del General George Cornwallis fueron rodeadas en Yorktown,
Virginia, por una flota francesa y un ejército combinado franco-americano al
mando de George Washington. Cornwallis se rindió, y poco después el gobierno
británico propuso la paz. El Tratado de Paris, firmado en septiembre de 1783,
reconoció la independencia de Estados Unidos de América y otorgó a la nueva
nación todo el territorio al norte de Florida, al sur del Canadá y al este del
Río Mississippi.
La creación de una
constitución: Las 13 colonias eran ya estados libres y soberanos, pero aún no una nación unida.
Desde 1781 habían estado gobernadas por los Artículos de la Confederación, una
constitución que establecía un gobierno central muy débil. El pueblo acababa de
rebelarse contra un parlamento en la distante Londres, y no quería remplazarlo
con una autoridad central tiránica en su propio país. De acuerdo con los
Artículos de la Confederación, el Congreso, compuesto por representantes del
pueblo, no podía dictar leyes ni elevar impuestos. No había poder judicial
federal ni poder ejecutivo permanente. Cada estado en lo individual era casi
independiente: podía incluso establecer sus propias barreras fiscales.
En
mayo de 1787 se reunió una convención en Philadelphia con instrucciones de
revisar los Artículos de la Confederación. Los delegados, entre quienes estaban
George Washington, Benjamin Franklin y James Madison, rebasaron su encargo y
redactaron una constitución nueva y más viable, la cual estableció un gobierno
federal más poderoso y con facultades para cobrar impuestos, conducir la
diplomacia, mantener fuerzas armadas, y reglamentar el comercio exterior y
entre los estados. Dispuso la creación de una Corte Suprema y tribunales
federales menores, y dio el poder ejecutivo a un presidente electo. Lo que es
más importante, estableció el principio de un "equilibrio de poder"
entre las tres ramas del gobierno: los poderes ejecutivo, legislativo y
judicial. Este principio le otorgó a cada rama medios propios para
contrarrestar y equilibrar las actividades de las demás, garantizando así que
ninguna de ellas pudiera ejercer autoridad dictatorial sobre las operaciones
del gobierno.
La constitución fue aceptada en 1788, pero sólo
después de muchas amargas discusiones. Muchos colonos temían que un gobierno
central poderoso aplastara las libertades del pueblo, y en 1791 se agregaron a
la constitución 10 enmiendas: la Declaración de Derechos. Este documento
garantizó la libertad de culto, de prensa, de palabra, el derecho de los
ciudadanos a portar armas, la protección contra cateos ilegales, el derecho a
un juicio justo por un jurado, y la protección contra "castigos crueles e
inusuales". Es la más antigua constitución escrita del mundo, perdurable
por tratarse de un documento general que se puede interpretar de conformidad
con los cambios de la época. O bien se puede enmendar, como ya se ha hecho en
27 ocasiones.
La
Constitución dejó establecida una forma de gobierno federal con facultades
divididas entre los gobiernos federales y estatales. Al gobierno federal
corresponden todos los asuntos que afectan a la nación en general. De este
modo, la Constitución y la Declaración lograron un equilibrio entre dos
aspectos fundamentales pero contradictorios de la política: la necesidad de una
autoridad central eficiente y fuerte y la necesidad de garantizar libertades
individuales. Los primeros dos partidos políticos de Estados Unidos reflejaron
esta división ideológica. Los Federalistas estaban a f:avor de un presidente
fuerte y un gobierno central; los Republicanos Demócratas defendían los
derechos de los estados en lo individual, porque ésto parecía garantizar mayor
control y responsabilidad "locales". Este partido tenía las simpatías
de los pequeños agricultores; el Partido Federalista era el favorito de las
clases prósperas, y desaparecería en 1820.
Una nación nueva:
El Distrito de Columbia
(DC), que está rodeado por los estados de Maryland y Virginia, fue designado en
la década de 1790 como la sede de la capital de la nación. Fue bautizada con el
nombre de Washington en honor del primer presidente. En Washington, DC, quedó
establecida la sede de las tres ramas del gobierno federal: la legislativa, la
ejecutiva y la judicial. La rama legislativa la constituyen el Congreso,
compuesto por dos cámaras, las cuales se reúnen en el Capitolio. La Cámara de
Representantes se compone de miembros que se eligen en cada estado en
proporción con su población. El Senado está compuesto por dos miembros que
elige cada estado. El poder ejecutivo está compuesto por el Presidente quien,
con ayuda de su Gabinete, se encarga de administrar la ley. El Presidente es
elegido por todo el pueblo y habita en la Casa Blanca. La rama judicial esta
compuesta por nueve magistrados de la Corte Suprema, a quienes incumbe la
decisión final en lo que se refiere a la determinación de si una ley está
conforme con el espíritu de la Constitución. Así pues, el Congreso elabora las
leyes, el Presidente las pone en vigor y la Corte Suprema las interpreta.
Entre
las atribuciones del gobierno federal están las de acuñar monedas, imponer
tributos al pueblo, mantener un ejército, una armada y una fuerza aérea para
defender a la nación y dirigir sus relaciones exteriores. Además, a través de
los tribunales federales el gobierno tiene autoridad sobre las personas en
casos relacionados con la interpretación de la Constitución o de las leyes y
tratados elaborados al amparo de la misma.
Los
gobiernos estatales conservan el poder exclusivo en lo que se refiere a todo
asunto local. Tienen su gobernador, sus asambleas legislativas y tribunales
propios. Promulgan las leyes relacionadas con la salud, la educación, los
impuestos locales y muchas otras cuestiones de importancia.
Como
primer presidente de Estados Unidos, George Washington gobernó con un estilo
federalista. Cuando los agricultores de Pennsylvania se negaron a pagar un
impuesto federal sobre el licor, Washington movilizó a un ejército de 15.000
hombres pare sofocar la Rebelión del Whiskey. Con Alexander Hamilton al frente de
la Secretaría de Hacienda, el gobierno federal se hizo cargo de las deudas de
cada estado y creó una banca nacional. Estas medidas fiscales fueron concebidas
pare alentar la inversión y persuadir a la iniciativa privada a que apoyara al
nuevo gobierno.
En
1797, Washington fue sucedido por otro federalista, John Adams, quien se vio
envuelto en una guerra naval no declarada contra Francia. En una atmósfera de
histeria bélica, el Congreso, controlado por los federalistas, aprobó en 1798
las Leyes sobre Extranjeros y Sedición. Estas medidas permitieron la
deportación o arresto de extranjeros "peligrosos", y prescribieron
multas o prisión por publicar ataques "falsos, escandalosos y maliciosos"
contra el gobierno. Diez editores republicanos fueron condenados conforme a la
Ley de Sedición, la cual fue acremente denunciada por el abogado virginiano y
principal autor de la Declaración de Independencia, Thomas Jefferson.
La
represión a que dieron lugar las Leyes sobre Extranjeros y Sedición terminó en
1801, cuando Thomas Jefferson fue elegido presidente. Como Republicano,
Jefferson fue un jefe del ejecutivo informal y accesible. Aunque quiso limitar
el poder del presidente, la realidad política lo obligó a ejercer ese poder
vigorosamente. En 1803 compró a Francia el inmenso territorio de Louisiana por
US$15 millones: en adelante Estados Unidos se extendería hacia el oeste hasta
las Montañas Rocosas. Cuando piratas norafricanos atacaron barcos estadounidenses,
Jefferson envió una expedición naval en contra del estado de Trípoli.
Mientras
tanto, la Corte Suprema, bajo su presidente John Marshall, afirmaba su propia
autoridad. En el caso de Marbury vs. Madison, que se ventiló en 1803, Marshall
afirmó que la corte declararía nulo cualquier acto del Congreso "contrario
a la Constitución". Esa disposición estableció la idea más fundamental del
derecho constitucional de Estados Unidos: la Corte Suprema toma la decisión
final en la interpretación de la Constitución y, si los jueces determinan que
una ley es inconstitucional, pueden declararla nula aunque haya sido promulgada
por el Congreso y firmada por el presidente.
Durante
las guerras napoleónicas, barcos de guerra británicos y franceses hostilizaron
a buques de Estados Unidos. Jefferson respondió prohibiendo las exportaciones
estadounidenses a Europa, pero los comerciantes de la región de Nueva
lnglaterra protestaron porque su comercio se arruinaría por el embargo, el cual
fue derogado por el Congreso en 1809. Sin embargo, en 1812 el Presidente James
Madison le declaró la guerra a la Gran Bretaña por este asunto.
Durante
la Guerra de 1812, los barcos de guerra estadounidenses tuvieron algunas
victorias impresionantes, pero la marina inglesa, inmensamente superior,
bloqueó los puertos de Estados Unidos. Los intentos por invadir al Canadá
británico terminaron en catástrofe, y las fuerzas inglesas se tomaron y
quemaron Washington, la nueva ciudad capital de la nación. Inglaterra y Estados
Unidos convinieron en una paz pactada en diciembre de 1814; ninguna de las
partes obtuvo concesiones de la otra. Dos semanas después, el General Andrew
Jackson detuvo un asalto británico a New Orleans. La noticia del tratado de paz
aún no llegaba a oídos de los soldados.
Después
de la guerra, Estados Unidos gozó de un período de rápida expansión económica.
Se construyó una red nacional de carreteras y canales, buques de vapor surcaban
los ríos, y el primer ferrocarril de vapor se inauguró en Baltimore, Maryland,
en 1830. La Revolución Industrial había llegado a Estados Unidos: la región de
Nueva Inglaterra contaba con fábricas de textiles y Pennsylvania con
fundiciones de hierro. Para la década de 1850 había fábricas que producían
artículos de hule, máquinas de coser, zapatos, ropa, equipos agrícolas,
pistolas y relojes.
Las
tierras colonizadas crecieron hacia el oeste, más allá del Río Mississippi. En
1828 Andrew Jackson fue elegido presidente: el primer hombre en ocupar este
cargo quien haya nacido en el seno de una familia pobre y en el oeste de
Estados Unidos, lejos de las tradiciones culturales del litoral del Atlántico.
Jackson y su nuevo Partido Demócrata, herederos de los Republicanos de
Jefferson, promovieron un credo de democracia popular y atrajeron a los
miembros humildes de la sociedad: los agricultores, los mecánicos y los
obreros. Jackson destruyó el poder del Banco de Estados Unidos, que había
dominado la economía de la nación. Premió con empleos gubernamentales a sus
partidarios sin experiencia pero de probada lealtad. Puso tierras a disposición
de los colonizadores del oeste, obligando a las tribus indígenas a emigrar al
oeste del Río Mississippi.
Conflicto local:
La era de optimismo de
Jackson se vio nublada por la existencia en Estados Unidos de una contradicción
social cada día más claramente percibida como un mal social que con el tiempo
desgarraría a la nación: la esclavitud. Las palabras de la Declaración de
Independencia que todos los hombres nacen iguales carecían de sentido para el millón y
medio de negros que eran esclavos. Thomas Jefferson, él mismo dueño de
esclavos, reconoció que el sistema era inhumano e incorporó en la Declaración
una impugnación de la esclavitud, pero los delegados sureños ante el Congreso
Continental lo obligaron a eliminar esa parte. La importación de esclavos fue
proscrita en 1808, y muchos estados del norte impulsaron la abolición de la
esclavitud, pero la economía sureña se basaba en enormes plantaciones que
usaban mano de obra esclava para cultivar algodón, arroz, tabaco y azúcar. Sin
embargo, en varios estados del sur, pequeñas poblaciones de negros libres
trabajaban también como artesanos o comerciantes.
En
1820, políticos del norte y del sur debatieron la cuestión de si la esclavitud
sería legal en los territorios del oeste. El Congreso optó por pactar: se
permitió la esclavitud en el nuevo estado de Missouri y en el territorio de
Arkansas, y se prohibió en todas partes al oeste y al norte de Missouri. Pero
el punto en disputa no desaparecí, y mientras que algunos se organizaban en
sociedades abolicionistas, principalmente en el norte, los blancos sureños
defendían la esclavitud con creciente pasión. La nación también se hallaba
dividida en torno a la cuestión del alto arancel que protegía a las industrias
del norte pero elevaba los precios para los consumidores del sur.
Mientras
tanto, miles de estadounidenses se habían establecido en Texas, que en ese
entonces formaba parte de México. Para los texanos el régimen mexicano bajo el
General Santa Anna era cada vez más opresivo, y en 1835 se rebelaron,
derrotaron a un ejército de ese país y fundaron la república independiente de
Texas. En 1845 Texas se anexó a Estados Unidos, y México suspendió relaciones
diplomáticas. El Presidente James K. Polk envió tropas estadounidenses al
territorio disputado en la frontera texana. Después de una batalla entre
soldados mexicanos y estadounidenses en mayo de 1846, el Congreso declaró la
guerra a México.
Un
ejército estadounidense desembarcó cerca de Veracruz en marzo de 1847 y tomó la
Ciudad de México en septiembre. A cambio de US$15 millones, México se vio
forzado a ceder una vastísima porción de su territorio: la mayor parte de lo
que hoy es California, Arizona, Nevada, Utah, Nuevo México y Colorado.
En
1846, al zanjar una larga disputa fronteriza con el Canadá británico, Estados
Unidos había adquirido derechos indiscutibles sobre la porción sur de la región
de Oregón: los actuales estados de Oregón, Idaho y Washington. De este modo,
Estados Unidos se convirtió en una potencia verdaderamente continental que se
extendía desde el Atlántico hasta el Pacífico.
La
adquisición de estos nuevos territorios reavivó una inquietante duda: ¿se
abrirían a la esclavitud estas tierras recién adquiridas? Desde mediados del
siglo XVII se traían esclavos de Africa para que trabajasen en las grandes
plantaciones del sur. Los sureños pretendían que se extendiese la esclavitud a
los nuevos territorios del oeste. Los norteños se oponían. En 1861 empezó la
Guerra Civil entre norte y sur.
En
1850 el Congreso convino en otro pacto: California fue admitida como estado
libre, y los habitantes de los territorios de New México y Utah debían decidir
la cuestión por sí mismos. El Congreso también aprobó la Ley del Esclavo
Fugitivo, que ayudaba a los surños a recapturar esclavos que hubieran huido a
los estados libres. Sin embargo, algunos estados del norte no hicieron cumplir
esta ley y los abolicionistas seguían ayudando a los negros que escapaban.
Harriet Beecher Stowe, de Massachusetts, escribió Uncle Tom's Cabin (La cabaña del Tío Tom),
novela sentimental pero ferozmente en contra de la esclavitud, que convirtió a
muchos lectores a la causa abolicionista. En la vida política, económica y
cultural de Estados Unidos, el tema de la esclavitud pasó a ser el punto
central de disputa.
En
1854, el Senador Stephen Douglas, de Illinois, convenció al Congreso de
permitir a los habitantes de los territorios de Kansas y Nebraska resolver la
cuestión de la esclavitud dentro de sus propias fronteras, lo cual anuló el
Pacto de Missouri de 1820. En Kansas, el resultado fue una contienda violenta
entre los colonizadores que estaban a favor de la esclavitud y los que estaban
en contra de ella. En 1857, la Corte Suprema hizo público el fallo Dred Scott,
que sostenía que los negros no tenían derechos como ciudadanos estadounidenses
y que el Congreso no tenía autoridad para proscribir la esclavitud en los
territorios del oeste.
En
1858, cuando el Senador Douglas buscó la reelección, fue desafiado por Abraham
Lincoln y el Partido Republicano (un nuevo partido en contra de la esclavitud,
y que nada tenía que ver con el Partido Republicano de Jefferson). En una serie
de debates históricos con Douglas, Lincoln exigió un alto a la expansión de la
esclavitud. Estaba dispuesto a tolerarla en los estados del sur, pero al mismo
tiempo afirmó que "este gobierno no puede subsistir permanentemente siendo
mitad esclavo y mitad libre".
La Guerra Civil:
Lincoln perdió la
contienda senatorial, pero en 1860 él y Douglas volvieron a enfrentarse: esta
vez como los candidatos presidenciales Republicano y Demócrata. Para entonces
la tensión entre el norte y el sur era extrema. En 1859, John Brown, un
fanático del abolicionismo, había tratado de iniciar una rebelión de esclavos
en Virginia atacando un depósito de municiones del ejército. Brown fue
rápidamente capturado, juzgado y sentenciado a la horca, tras de lo cual muchos
habitantes del norte lo aclamaron como mártir. Sin embargo, los blancos del sur
se convencieron de que el norte estaba dispuesto a poner fin a la esclavitud
mediante una guerra sangrienta. Douglas conminó a los Demócratas sureños a
permanecer en la Unión, pero estos por su parte nombraron su propio candidato
presidencial y amenazaron con separarse si los Republicanos resultaban
victoriosos.
La
mayoría en los estados sureños y fronterizos votaron contra Lincoln, pero el
norte lo apoyó y ganó las elecciones. Unas semanas después, Carolina del Sur
decidió mediante votación abandonar la Unión. Pronto se le unieron Mississippi,
Florida, Alabama, Georgia, Louisiana, Texas, Virginia, Arkansas, Tennessee y
Carolina del Norte. Estos estados se proclamaron nación independiente los
Estados Confederados de América y así empezó la Guerra Civil.
Los
sureños declararon que no peleaban sólo por la esclavitud: después de todo, la
mayoría de los soldados confederados eran demasiado pobres para poseer
esclavos. El sur estaba empeñado en una guerra de independencia: una segunda
revolución. Los confederados generalmente tuvieron la ventaja de pelear en su
propio territorio, y su moral era excelente. Tenían magníficos soldados de
infantería, de caballería y generales, pero eran mucho menores en número que
las fuerzas de la Unión (del norte). La red ferrocarrilera y la base industrial
del sur no podían sostener un esfuerzo bélico moderno. La marina de la Unión
rápidamente impuso un bloqueo que creó graves escaseces de material bélico y
bienes de consumo en la confederación. Para librar la guerra, ambas partes
suspendieron algunas libertades civiles, imprimieron montañas de papel moneda y
recurrieron al reclutamiento.
Las
dos prioridades de Lincoln fueron mantener a Estados Unidos como un sólo país y
librar a la nación de la esclavitud. El reconoció que al hacer de la guerra una
batalla contra la esclavitud podría obtener apoyo pare la Unión tanto en el
interior como en el exterior. Consecuentemente, el 1° de enero de 1863 dio a
conocer la Proclama de Emancipación, que otorgaba libertad a todos los esclavos
en áreas aún controladas por la Confederación.
El
ejército sureño (Confederado) obtuvo algunas victorias en la primera etapa de
la guerra, pero en el verano de 1863 su comandante, el General Robert E. Lee,
se enfiló hacia Pennsylvania en el norte. En Gettysburg se encontró con un
ejército de la Unión, y así dio comienzo la batalla de mayor magnitud jamás
librada en suelo norteamericano. Después de tres días de lucha desesperada, los
Confederados fueron derrotados. Al mismo tiempo, en el Río Mississippi, el
General Ulysses S. Grant, de la Unión, tomó la importante ciudad de Vicksburg.
Las fuerzas de la Unión controlaban ahora todo el valle del Mississippi,
dividiendo en dos a la Confederación.
En
1864, un ejército de la Unión al mando del General William T. Sherman atravesó
Georgia destruyendo el campo. Mientras tanto, el General Grant se batía
implacablemente con las fuerzas de Lee en Virginia. El 2 de abril de 1865, Lee
se vio forzado a abandonar Richmond, la capital de la Confederación. Una semana
después se rindió ante Grant en el palacio de justicia de Appomattox, y todas
las demás fuerzas confederadas se rindieron poco después. El 14 de abril
Lincoln fue asesinado por el actor John Wilkes Booth.
La
Guerra Civil fue el episodio más traumático de la historia de Estados Unidos.
Las cicatrices no se han cerrado por completo hasta el día de hoy. Todas las
guerras posteriores en que ha participado Estados Unidos han tenido lugar mucho
más allá de sus fronteras, pero este conflicto devastó al sur y sometió a esa
región a la ocupación militar. El país perdió más hombres en esta guerra que en
cualquier otra: un total de 635.000 muertos en ambos bandos.
La
guerra resolvió dos cuestiones fundamentales que habían dividido a Estados
Unidos desde 1776: puso fin a la esclavitud, que fue completamente abolida por
la Enmienda 13 de la Constitución en 1865; y decidió, de una vez por todas, que
Estados Unidos no es una colección de estados semi-independientes sino una sola
nación indivisible. Después de cuatro amargos años de guerra, se conservó la
Unión y se liberó a los esclavos. Aunque la victoria del norte en la Guerra
Civil aseguró la integridad de Estados Unidos como nación indivisible, muchas
cosas se destruyeron en el curso del conflicto, y el objetivo secundario de la
guerra, la abolición del sistema de esclavitud, se logró sólo de manera
imperfecta. Para los negros, ha sido una lucha larga y penosa en busca de la
igualdad. Muchos se trasladaron a las ciudades del norte, sólo para afrontar
nuevas dificultades. Pero un creciente movimiento en pro de los derechos
civiles continúa bregando en contra de empecinados sistemas sociales y
económicos con el fin de garantizar igualdad de oportunidades para los negros
en materia de vivienda, educación y trabajo.
La Reconstrucción:
La derrota de la
Confederación dejó económicamente destruida la región agrícola más fértil del
país, y devastó su rica cultura. Al mismo tiempo, la abolición legal de la
esclavitud no trajo igualdad para los antiguos esclavos. Inmediatamente después
de la Guerra Civil, las legislaturas de los estados sureños, temerosas de la
manera cómo los antiguos esclavos pudieran ejercer su derecho al voto y también
ávidas por rescatar lo que pudieran de su anterior estilo de vida, trataron de
impedir que los negros votaran y decretaron "códigos negros" para
restringir la libertad de los antiguos esclavos. Aunque los republicanos
"radicales'' del Congreso trataron de proteger los derechos civiles de los
negros y de incorporarlos en la corriente principal de la vida de Estados
Unidos, sus esfuerzos fueron resistidos por el Presidente Andrew Johnson. Johnson,
un sureño que había permanecido leal a la Unión durante la Guerra Civil y
prestado servicio como vicepresidente republicano, asumió la presidencia al ser
asesinado Abraham Lincoln.
En
marzo de 1868, la Cámara de Representantes respondió a la oposición de Johnson
para adoptar soluciones radicales intentando relevarlo de su puesto. Los cargos
que se le imputaban carecían de fundamento, y el Senado votó en contra de una
moción para declararlo culpable. En opinión de muchos, Johnson había sido
demasiado indulgente con los antiguos confederados, pero su descargo constituyó
una importante victoria para un principio fundamental del gobierno
estadounidense. Dicho principio es la separación de poderes entre las ramas
legislativa, ejecutiva y judicial del gobierno. El descargo de Johnson ayudó a
conservar el delicado equilibrio del poder entre el presidente y el Congreso.
Sin
embargo, este último pudo proseguir con su programa de
"reconstrucción", o reforma, de los estados del sur, ocupados después
de la guerra por el ejército del norte. Para 1870, los estados del sur eran
gobernados por grupos de negros, blancos dispuestos a cooperar, y norteños
trasplantados (llamados "explotadores"). Muchos negros sureños fueron
elegidos para ocupar cargos en las legislaturas estatales y en el Congreso.
Aunque existía cierta corrupción en estos gobiernos estatales
"reconstruidos", fue mucho lo que hicieron por mejorar la educación,
impulsar los servicios sociales, y proteger los derechos civiles.
La
Reconstrucción fue amargamente resentida por la mayor parte de los blancos del
sur, algunos de los cuales formaron el Ku Klux Klan, sociedad secreta violenta
que esperaba proteger los intereses y ventajas de los blancos aterrorizando a
los negros e impidiéndoles lograr progresos sociales. Para 1872 el gobierno
federal había suprimido al Klan, pero los demócratas blancos seguían
recurriendo a la violencia y al temor para reconquistar el control de sus
gobiernos estatales. La Reconstrucción llegó a su fin en 1877, cuando en todos
los estados sureños se ratificaron constituciones nuevas y las tropas federales
en su totalidad fueron retiradas de la región.
Pese
a las garantías constitucionales, los negros del sur eran ahora
"ciudadanos de segunda clase"; es decir, estaban subordinados a los
blancos aun cuando gozaban de ciertos derechos civiles. En algunos estados
sureños, los negros podían votar y ocupar puestos de eiección. Había
segregación racial en escuelas y hospitales, pero los trenes, parques y otras
instalaciones públicas todavía podían ser usadas, en general, por personas de
una y otra raza.
Hacia
fines de siglo XIX, este sistema de segregación y opresión de los negros se
tornó mucho más rígido. En el caso de Plessy vs. Ferguson, ventilado en 1869,
la Corte Suprema de Estados Unidos determinó que la Constitución permitía
instalaciones y servicios separados para las dos razas, siempre que dichas instalaciones
y servicios fueran iguales. Sin más tardanza, las legislaturas de los estados
del sur destinaron a los negros instalaciones separadas, pero desiguales. Las
leyes pusieron en vigor una estricta segregación en el trasporte público, los
teatros, los deportes e incluso en los ascensores y cementerios. La mayoría de
los negros y muchos blancos pobres perdieron el derecho de voto debido a que no
tenían recursos suficientes para pagar los impuestos que habían sido decretados
para excluirlos de la participación política, y a que no sabían leer ni
escribir. A los negros que eran acusados de delitos menores se les sentenciaba
a trabajos forzados y algunas veces eran asediados por turbas violentas. La
mayoría de los negros del sur, debido a su pobreza e ignorancia, seguían
labrando las tierras como agricultores arrendatarios. Aunque legalmente eran
libres, vivían y eran tratados como esclavos.
El
éxodo hacia el oeste: En los años siguientes a la Guerra Civil en 1865, los
norteamericanos colonizaron la mitad de la región occidental de Estados Unidos.
Los mineros que buscaban oro y plata se trasladaron a la región de las Montañas
Rocosas. Los agricultores, incluidos muchos inmigrantes alemanes y
escandinavos, se establecieron en Minnesota y en las dos Dakotas. En las
planicies de Texas y en otros estados occidentales apacentaban enormes rebaños
de ganado vacuno, manejados por jinetes contratados (vaqueros) que pasaron a
ser los personajes más célebres y románticos de la cultura de Estados Unidos.
La mayoría de esos jinetes habían sido soldados o esclavos sureños, que se
habían desplazado al oeste tras la derrota del sur. El vaquero era el héroe de
los Estados Unidos: trabajaba largas horas en las vastas llanuras a cambio de
un salario bajo. No era tan violento como se lo representó después el cine
moderno.
Los colonizadores y el ejército de Estados Unidos
sostuvieron batallas frecuentes con los indígenas, cuyas tierras estaban siendo
invadidas por la corriente de colonizadores blancos, pero también en este caso
se ha exagerado el derramamiento del sangre. Un total de aproximadamente 7.000
blancos y 5.000 indígenas fueron muertos en el curso del siglo XIX. Un número
mayor de indígenas murió de enfermedades y hambre causadas por el
desplazamiento de los colonizadores hacia el oeste. Los blancos sacaron a los
indígenas de sus tierras y acabaron con casi todos los búfalos, que eran la
fuente principal de alimento y pieles para las tribus de las Grandes Praderas.