La cultura de América Latina comprende las expresiones formales e
informales de los pueblos de América Latina, e incluye tanto las expresiones culturales refinadas tales
como literatura y arte como los elementos de la cultura popular tales como música, arte folclórico y danza, como
también elementos religiosos y de sus costumbres.
La riqueza de la cultura
latinoamericana es el producto de numerosas influencias, incluidas:
- Culturas precolombinas, cuya importancia es en la actualidad particularmente importante en países tales como México, Guatemala, Ecuador, República Dominicana, Perú, Bolivia y Honduras.
- Cultura colonial europea, a causa de la historia de colonización de la región por España, Portugal, y Francia. La influencia europea es especialmente importante en los estamentos así denominados más elevados de la cultura, tales como la literatura, pintura, y música. Esta historia imperial dejó una marca indeleble de su influencia en muchos idiomas, que se hablan en América Central (incluido el Caribe), y América del Sur y Norte (México, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y numerosas partes de Estados Unidos).
- La inmigración de los siglos XIX y XX (desde Italia, Alemania y Este de Europa) transformó especialmente algunos países tales como Argentina, Uruguay, Brasil (particularmente las zonas del sureste y el sur), Chile y Venezuela.
- la inmigración de chinos, coreanos y japoneses influyó sobre la cultura de Brasil, Cuba, República Dominicana, Guatemala, México, Panamá y Perú
- La introducción de esclavos desde África, influyó sobre la danza y religión, especialmente en países como República Dominicana, Brasil, Panamá, Perú, Venezuela, Colombia y Cuba.
En este sentido, tal vez sea más
exacto referirse a una "cultura indígena-afro-latinoamericana."
La expansión de las
exportaciones agropecuarias y de minerales fortaleció a un pequeño grupo,
propietario de grandes extensiones de tierra y dominador de la estructura
productiva: la burguesía exportadora. En el último tercio del siglo XIX, esa burguesía
se asocio con el capital extranjero en actividades comerciales y financieras, y
así aumento su poder e influencia en la vida económica, social y política.
EL SURGIMIENTO DE LOS SECTORES MEDIOS
El crecimiento del Estado y de los sectores
comercial, financiero y de servicios, en general, produjo el surgimiento y el
desarrollo de los sectores medios. En la mayoría de los países, estos sectores
tendieron a estar muy subordinados a la clase dominante. No obstante, en los países
donde la inmigración europea fue masiva, las capas medias se fortalecieron y
fueron más independientes.
Las capas medias estaban compuestas por
maestros, militares, ingenieros, abogados, médicos, comerciantes, empleados de
instituciones públicas y privadas y Pequeños propietarios rurales. Las mujeres
de las capas medias se desempeñaban como maestras, tenedoras de libros,
contabilistas y oficinistas.
LOS
SECTORES POPULARES DEL CAMPO Y LA CIUDAD.
En las ciudades
latinoamericanas surgieron los trabajadores artesanales, los manufactureros y
los obreros de la naciente industria. Ellos se desempeñaban, por ejemplo, como
panaderos, sombrereros, sastres, tipógrafos y ebanistas. La migración hacia la
ciudad genera la ocupación encubierta 0 el desempleo, y dio origen a la aparición
de vendedores ambulantes, carretoneros, cargadores, prostitutas y numerosas
personas de ocupación indefinida.

Los criollos, descendientes de
españoles nacidos en América, gradualmente fueron adquiriendo una identidad
diferenciada de la de los españoles. Crearon vínculos con el terruño que los
vio nacer, los montes, los ríos y las gentes del paisaje americano, lugar donde
también estaban insertos sus intereses vitales. Alexander von Humboldt, un
observador extranjero, afirma en el siglo XVIII: "Los criollos prefieren
que se les llame americanos".
A fines del siglo XIX, con la aparición
de las crisis económicas se hizo evidente que el crecimiento de las
exportaciones no garantizaba el bienestar y el progreso de todos, sino
solamente de la minoría que controlaba la estructura productiva, el Estado y la
vida cultural.
Hacia mediados del siglo XIX
los artesanos urbanos se organizaron en sociedades mutualistas, con el propósito
de elevar su calidad de vida. Esas pequeñas organizaciones, de carácter local,
agruparon a tipógrafos, panaderos, zapateros, estibadores, empleados
ferroviarios, mineros y trabajadores textiles.
La modernización que los
intelectuales y las clases dominantes inyectaron a la sociedad, especialmente a
partir de la segunda mitad del siglo XIX, causo una profunda confrontación
cultural, tal vez superior a la ocurrida en el siglo XVI con la colonización ibérica.
Porque en esta, a pesar del trauma causado por la conquista española y
portuguesa, existió cierta tolerancia hacia las costumbres locales,
especialmente en las áreas marginales y remotas.
En el siglo XIX, en cambio, las
poblaciones indígenas y negras se resistieron a la occidentalización, e
intentaron salvaguardar sus costumbres y valores frente a los de la ciudad
capital o la metrópoli que no conocían ni distinguían al igual que su vida
comunal frente al nuevo Estado-Nación.
Muchos indios, negros y gentes
del pueblo se negaron a vestirse como europeos y expresarse en español o portugués;
participaron en la economía local, pero no en la nacional; respetaron la sabiduría
local, no así el cientifismo oficial; asimilaron el catolicismo, aunque en un
marco de profundo sincretismo cultural; y cultivaron sus valores. Su
resistencia trascendi6 las generaciones y, con frecuencia, dio paso a la
rebelión. Tomaron la forma de revueltas campesinas contra los hacendados
locales o contra las autoridades gubernamentales por diversas causas. No
obstante, su ira era más profunda y dolorosa.