lunes, 22 de febrero de 2016

CULTURA Y VIDA COTIDIANA DE AMÉRICA LATINA EN EL SIGLO XIX

La cultura de América Latina comprende las expresiones formales e informales de los pueblos de América Latina, e incluye tanto las expresiones culturales refinadas tales como literatura y arte como los elementos de la cultura popular tales como música, arte folclórico y danza, como también elementos religiosos y de sus costumbres.
La riqueza de la cultura latinoamericana es el producto de numerosas influencias, incluidas:
  • Culturas precolombinas, cuya importancia es en la actualidad particularmente importante en países tales como México, GuatemalaEcuadorRepública DominicanaPerúBolivia y Honduras.
  • Cultura colonial europea, a causa de la historia de colonización de la región por EspañaPortugal, y Francia. La influencia europea es especialmente importante en los estamentos así denominados más elevados de la cultura, tales como la literatura, pintura, y música. Esta historia imperial dejó una marca indeleble de su influencia en muchos idiomas, que se hablan en América Central (incluido el Caribe), y América del Sur y Norte (México, Chile, ArgentinaUruguayBrasil y numerosas partes de Estados Unidos).
  • La inmigración de los siglos XIX y XX (desde ItaliaAlemania y Este de Europa) transformó especialmente algunos países tales como Argentina, Uruguay, Brasil (particularmente las zonas del sureste y el sur), Chile y Venezuela.
  • la inmigración de chinoscoreanos y japoneses influyó sobre la cultura de Brasil, Cuba, República Dominicana, Guatemala, México, Panamá y Perú
  • La introducción de esclavos desde África, influyó sobre la danza y religión, especialmente en países como República Dominicana, Brasil, Panamá, Perú, Venezuela, Colombia y Cuba.
En este sentido, tal vez sea más exacto referirse a una "cultura indígena-afro-latinoamericana."
La expansión de las exportaciones agropecuarias y de minerales fortaleció a un pequeño grupo, propietario de grandes extensiones de tierra y dominador de la estructura productiva: la burguesía exportadora. En el último tercio del siglo XIX, esa burguesía se asocio con el capital extranjero en actividades comerciales y financieras, y así aumento su poder e influencia en la vida económica, social y política.

EL SURGIMIENTO DE LOS SECTORES MEDIOS
El crecimiento del Estado y de los sectores comercial, financiero y de servicios, en general, produjo el surgimiento y el desarrollo de los sectores medios. En la mayoría de los países, estos sectores tendieron a estar muy subordinados a la clase dominante. No obstante, en los países donde la inmigración europea fue masiva, las capas medias se fortalecieron y fueron más independientes.

Las capas medias estaban compuestas por maestros, militares, ingenieros, abogados, médicos, comerciantes, empleados de instituciones públicas y privadas y Pequeños propietarios rurales. Las mujeres de las capas medias se desempeñaban como maestras, tenedoras de libros, contabilistas y oficinistas.

LOS SECTORES POPULARES DEL CAMPO Y LA CIUDAD.
Los trabajadores de haciendas, latifundios y plantaciones, la mayoría carentes de tierra, no dependían exclusivamente de su salario, sino que algunos -colonos, inquilinos o aparceros- usufructuaban un pedazo de tierra, en los linderos de la propiedad, con la condición de suministrar su mana de obra o parte de la cosecha al propietario. Los peones o braceros, que solían vivir en el centro de la hacienda, recibían una parte del salario en dinero, y la otra en cupones para que los cambiaran en el almacén de la hacienda.

En las regiones donde se ubicaban las plantaciones bananeras y las minas, se crea un eje productivo relacionado con el transporte ferroviario y el puerto. Estas actividades fueron fuente de ingresos para los trabajadores agrícolas y mineros, los trabajadores ferroviarios -trafico, taller y reparación de la línea  y los estibadores del puerto. Todos ellos dependían de un salario.

En las ciudades latinoamericanas surgieron los trabajadores artesanales, los manufactureros y los obreros de la naciente industria. Ellos se desempeñaban, por ejemplo, como panaderos, sombrereros, sastres, tipógrafos y ebanistas. La migración hacia la ciudad genera la ocupación encubierta 0 el desempleo, y dio origen a la aparición de vendedores ambulantes, carretoneros, cargadores, prostitutas y numerosas personas de ocupación indefinida.

Las mujeres trabajaban como vendedoras, artesanas y obreras en las industrias de telas, de confección y de alimentos. No obstante, para las mujeres que carecían de instrucción, el servicio domestico fue las ocupación por excelencia.

Los criollos, descendientes de españoles nacidos en América, gradualmente fueron adquiriendo una identidad diferenciada de la de los españoles. Crearon vínculos con el terruño que los vio nacer, los montes, los ríos y las gentes del paisaje americano, lugar donde también estaban insertos sus intereses vitales. Alexander von Humboldt, un observador extranjero, afirma en el siglo XVIII: "Los criollos prefieren que se les llame americanos".
A fines del siglo XIX, con la aparición de las crisis económicas se hizo evidente que el crecimiento de las exportaciones no garantizaba el bienestar y el progreso de todos, sino solamente de la minoría que controlaba la estructura productiva, el Estado y la vida cultural.

Hacia mediados del siglo XIX los artesanos urbanos se organizaron en sociedades mutualistas, con el propósito de elevar su calidad de vida. Esas pequeñas organizaciones, de carácter local, agruparon a tipógrafos, panaderos, zapateros, estibadores, empleados ferroviarios, mineros y trabajadores textiles.

La modernización que los intelectuales y las clases dominantes inyectaron a la sociedad, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, causo una profunda confrontación cultural, tal vez superior a la ocurrida en el siglo XVI con la colonización ibérica. Porque en esta, a pesar del trauma causado por la conquista española y portuguesa, existió cierta tolerancia hacia las costumbres locales, especialmente en las áreas marginales y remotas.

En el siglo XIX, en cambio, las poblaciones indígenas y negras se resistieron a la occidentalización, e intentaron salvaguardar sus costumbres y valores frente a los de la ciudad capital o la metrópoli que no conocían ni distinguían al igual que su vida comunal frente al nuevo Estado-Nación.

Muchos indios, negros y gentes del pueblo se negaron a vestirse como europeos y expresarse en español o portugués; participaron en la economía local, pero no en la nacional; respetaron la sabiduría local, no así el cientifismo oficial; asimilaron el catolicismo, aunque en un marco de profundo sincretismo cultural; y cultivaron sus valores. Su resistencia trascendi6 las generaciones y, con frecuencia, dio paso a la rebelión. Tomaron la forma de revueltas campesinas contra los hacendados locales o contra las autoridades gubernamentales por diversas causas. No obstante, su ira era más profunda y dolorosa.

 
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