domingo, 13 de marzo de 2016

REPERCUSIONES DE LA CRISIS COLONIAL EN LA NUEVA GRANADA


Hacia mediados del siglo XVIII el mundo colonial asistió a una serie de hechos que marcaron el principio del resquebrajamiento del orden feudal absolutista y del sistema colonial mercantilista.

Ello fue posible por procesos tales como el fortalecimiento y expansión del capital comercial, la revolución industrial, la presión demográfica y el ascenso de la burguesía hacia los altos círculos de poder, que le permitieron la difusión de sus ideas en cuanto al logro de libertades económicas, individuales y democráticas.

Estas ideas estimularon las llamadas Revoluciones Burguesas de Occidente (Francia, Bélgica, Suiza, Holanda) y los movimientos independentistas en las colonias (independencia de los Estados Unidos, independencia de las colonias españolas de América).

Por otra parte, al iniciarse el siglo XIX, mientras en Hispanoamérica y Nueva Granada se gestaba el movimiento independentista, en España la crisis de la dinastía borbónica y la invasión de sus territorios por parte de Napoleón Bonaparte, desencadenaron un levantamiento popular (2 de mayo de 1808). A raíz de la insurrección contra la invasión francesa  se perfilaron diversas tendencias: los borbonistas partidarios del rey Fernando VII, los tradicionalistas partidarios del regreso a las antiguas instituciones, los liberales constitucionalistas partidarios del establecimiento de una monarquía constitucional y otra corriente, partidaria de mantener la influencia francesa en España.

A la par con la resistencia a la invasión, los españoles manifestaron la aspiración de lograr reformas políticas y sociales, se proclamaron juntas populares en casi todo el territorio. El 25 de septiembre de 1808 se creó una Junta Central Suprema y posteriormente se conformó la Regencia.

Las colonias americanas siguieron el ejemplo español y organizaron juntas de gobierno. La institución del Cabildo fue utilizada para pronunciarse frente a la situación. En las juntas se expresaron claramente dos fuerzas: La realista o colonialista, partidaria de la monarquía y el régimen colonial y la patriota o independentista, partidaria del rompimiento de los lazos de dependencia con la metrópoli.

Entre 1808 Y 1810 fue abriéndose paso el movimiento insurreccional de las colonias. El vacío de poder creado en España y el creciente sentimiento independentista en las colonias, permitieron que en 1809 se iniciaran movimientos de insurrección en Charcas, La Paz y Quito. El 16 de septiembre de 1809 se llevó a cabo una Junta Extraordinaria en Santa Fé en donde los criollos expresaron su apoyo a la revolución de Quito (10 de agosto de 1809) y plantearon la tarea de participar, en condiciones de igualdad representativa, en el gobierno de la Nueva Granada. Un documento que refleja las aspiraciones criollas en esos momentos es el Memorial de Agravios escrito por Camilo Torres y enviado a la Junta
Central de España. Uno de los apartes del documento, que muestra la aspiración de la élite criolla por obtener un mayor poder político, dice:

"Las Américas, Señor, no están compuestas de extranjeros a la nación española. Somos hijos, somos descendientes de los que han derramado su sangre por adquirir estos dominios a la corona de España... Tan españoles somos, como los descendientes de Don Pelayo, y tan acreedores por esta razón, a las distinciones, privilegios y prerrogativas del resto de la Nación, como los que, salidos de las montañas, expelieron a los moros, y poblaron sucesivamente a la península; con esta diferencia, si hay alguna, que nuestros padres, como se ha dicho, por medio de indecibles trabajos y fatigas, descubrieron, conquistaron y poblaron para España este Nuevo Mundo".

 
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