domingo, 14 de febrero de 2016

AMÉRICA LATINA Y SUS RELACIONES CON EEUU


Las relaciones entre América latina y EEUU están en una fase de cambios muy rápidos. A diferencia de las relaciones entre las dos regiones que marcaron gran parte de los siglos XIX y XX, todo indica que lo que caracterizará el presente siglo tendrá un signo diferente. Entre 1800 hasta fines del siglo pasado, el rol de EEUU en la región latinoamericana fue ascendente. Durante esos dos siglos, EEUU se apropió de enormes territorios, invirtió en empresas agro extractivas con enormes ventajas, formó sólidas alianzas con las oligarquías que se afianzaron en el poder local después de las guerras de independencia y sembró sus bases militares a lo largo del continente.


El avance norteamericano sobre el continente experimentó interrupciones puntuales en ese período de dos siglos. El más significativo, sin duda, fue la Revolución cubana que no sólo cuestionó el poder económico y político de Washington sobre la isla. También retó la hegemonía cultural y reivindicó la dignidad no sólo de Cuba sino de todo el continente. Otras experiencias como la Revolución mexicana, la Unidad Popular chilena o el Justicialismo argentino – entre otras - fueron chispazos que con el tiempo fueron aplastados por la fuerza militar de EEUU.

Sin embargo, desde 1990 América latina ha comenzado a vivir un nuevo período en que está cuestionando la hegemonía de EEUU de manera creciente. La Revolución bolivariana de Venezuela, la revolución ciudadana en Ecuador, el Estado multicultural de Bolivia se han unido a Cuba para formar una sólida Alianza que pueda enfrentar a Washington: el ALBA. Este núcleo de países han encontrado gobiernos amigos en Nicaragua, Argentina, Uruguay y Brasil que han constituido un bloque histórico que logra frenar las ambiciones desmedidas de despojo económico de EEUU en la región.

Quizás el momento estelar de la nueva correlación de fuerzas se produjo en 2005 con motivo de la Cumbre de las Américas celebrada en Mar del Plata cuando bajo el liderazgo del presidente venezolano, Hugo Chávez, América latina derrotó el proyecto ALCA concebido por Washington. EEUU se percató del cambio en la correlación de fuerzas y comenzó a desarrollar una alternativa para enfrentar el bloque latinoamericano que se estaba consolidando.

EEUU está perdiendo sus ventajas económicas en la región. No es el gran extractor e importador de materias primas de América latina. Tampoco es el gran exportador de maquinaria y tecnología. Como consecuencia, está perdiendo su influencia política y muchos gobiernos de la región están buscando soluciones más de acuerdo con sus intereses. Por el lado cultural, EEUU aún conserva su hegemonía ideológica sobre la base de su control sobre instituciones claves en la reproducción de las creencias básicas de la gente. Por último, EEUU mantiene su dominación militar, representada en un rosario de bases militares en toda la región, y en la venta de armas.

La acumulación capitalista

EEUU somete a principios del siglo XIX a los países del Gran Caribe a una política de explotación agro-extractiva que se extiende al resto de la región antes de que termine el siglo. A partir de 1930 impone su política de industrialización mediante la sustitución de importaciones, para lo cual se convierte en el principal exportador de tecnología. El colapso del modelo produce una crisis profunda en la economía de EEUU que la transforma en una máquina especializada en despojar a los países de la región de sus riquezas. En el horizonte emerge China con su política para reemplazar a EEUU como ‘comprador’ agro-minero.

Desde finales de la guerra civil norteamericana (1860-1865) hasta fines del siglo XX, el crecimiento económico de EEUU fue constante y espectacular. Se pueden considerar las grandes recesiones capitalistas de 1870 y 1929, respectivamente, como crisis de reacomodo de la forma de acumulación. De una pequeña potencia en aquella época hace siglo y medio, se convirtió en la potencia capitalista hegemónica en el siglo XX.

Este salto lo dio sobre la base de la explotación de una masa laboral concentrada en un país continental que logró subyugar el resto del mundo que le proporcionaba materias primas y la mano de obra que requería su crecimiento industrial. Al mismo tiempo, logró construir un imperio financiero que tenía tentáculos en todos los continentes.

Para acumular las riquezas generadas por una creciente clase obrera, EEUU se lanzó en primera instancia – siglo XIX - a la conquista de México y el Gran Caribe. Los territorios mexicanos anexados a la Unión y las riquezas mineras del país azteca alimento la industria norteamericana. El Caribe y Centro América fueron generosos en proporcionar alimentos para los trabajadores industriales del norte. Al mismo tiempo, Panamá abrió su angosto istmo para que el pujante ‘Este’ norteamericano se uniera al ‘Oeste’.

La industrialización norteamericana parecía incansable e insaciable. EEUU no sólo se apropió de los recursos naturales y riquezas, también neutralizó y destruyó todo esfuerzo por las clases productivas de los países de México y el Caribe para impulsar su propio desarrollo y surgir como competidores. En el caso de Sur América, EEUU actuó de la misma manera, desplazando las incursiones primitivas de Gran Bretaña. En unas pocas décadas logró adueñarse de las materias primas de la región y sometió a todos los países a su sistema financiero. 

Los grandes industriales norteamericanos invertían en América latina, con financiamiento de Wall Street y con la intervención militar del gobierno asentado en Washington. Mientras EEUU acumulaba sobre la base de la explotación de los obreros norteamericanos y la súper-explotación de los trabajadores latinoamericanos, los países de la región se hacían más dependientes. La dialéctica generaba cada vez más riqueza en un polo y más pobreza en el otro.

La Revolución cubana en 1959 fue el primer signo de rebelión frente a esta lógica perversa. Como castigo, EEUU bloqueo el acceso de la economía cubana al merado mundial. La política neo-liberal (financiación de la economía norteamericana) a partir de la década de 1970 tuvo efectos desastrosos para América latina. La llamada ‘década perdida’ de 1980 golpeó a la región que intentaba acomodarse sin éxito a los cambios de modelo de acumulación de EEUU. En la década de 1990 la nueva política neoliberal le dio oxígeno a las economías capitalitas latinoamericanas iniciando un proceso de traspaso de riquezas de los trabajadores (90 por ciento de la población) a una pequeña minoría formada por las oligarquías y sus socios.

El modelo sustentado sobre la flexibilización del trabajo, la desregulación y la privatización logró producir un ‘boom’ que duró cinco años, en algunos casos diez. Sin embargo, rápidamente se desinflaron y provocaron reflujos en todos los países. Donde más se sintió el latigazo fue en países como Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador y Venezuela. Gobiernos populistas (alianzas obrero-burguesas) llegaron al poder y descubrieron que EEUU no representaba una salida para la crisis económica que habían heredado de los neoliberales.

Al mismo tiempo, a finales de la década de 1990 y principios de la primera década del siglo XXI, comenzó a emerger con inusitada fuerza la economía de China. Por una serie de circunstancias, logró generar un crecimiento industrial pocas veces vista en el pasado capitalista. Igual que Gran Bretaña, EEUU, Alemania y Japón, en su momento, China estaba hambrienta de materias primas para alimentar sus industrias y sus trabajadores. En América latina encontró una región dispuesta a iniciar un intercambio que beneficiaría a ambos extremos. A cambio de materias primas, China enviaba a los exportadores dólares norteamericanos.

Las oligarquías latinoamericanas continuaron acumulando sobre la base de la dialéctica de la dependencia. Sin embargo, los gobiernos ‘populistas’ comprendieron que tenían que generar programas de ayuda a los sectores más empobrecidos para contener las protestas.

La dominación política

Políticamente, EEUU ha perdido gran parte de su capacidad de maniobra frente a los pueblos latinoamericanos. Sus aliados oligarcas, con pocas excepciones, se han vuelto cargas que no tienen la voluntad de encabezar una lucha contra los pueblos. Los países del ALBA, expresiones como CELAC y las derrotas que sufre EEUU en sus guerras en Colombia y México son ejemplos de la pérdida de hegemonía. En el caso de Venezuela plantea como única salida la desestabilización, la ‘guerra suave’ y finalmente el golpe de Estado militar.

EEUU logró someter a los países de la región latinoamericana sobre la base de una estrategia que ponía a un sector de la oligarquía a luchar contra la otra. Cuando era conveniente a sus intereses movilizaba a las fuerzas populares: artesanos, campesinos, obreros y/o capas medias. Los conservadores con la Iglesia católica como aliada se enfrentaba a los liberales y sus cuadros masones, mientras que EEUU consolidaba posiciones dentro de la estructura política. Cuando Washington le daba prioridad a sus intereses mineros se aliaba a los liberales enemigos de los terratenientes conservadores.

Bolívar en 1825 anunció las intenciones de EEUU en la Carta de Jamaica. Un año más tarde fue enfático en sus discusiones con Santander sobre la inconveniencia de invitar a Washington al Congreso Anfictiónico que se celebró en la ciudad de Panamá.

En 1888 Washington convocó a una reunión ‘Panamericana’ para allanar el camino que le permitiera convertirse en eje comercial en toda la región. Después de la segunda guerra mundial sometió a todos los países (no sin algunas protestas) a los dictados de la Organización de Estados Americanos (OEA). Para asegurar su hegemonía política en el mundo – particularmente en América latina – levantó como amenaza a la Unión Soviética. Mediante esta estrategia, junto con sus aliados oligárquicos en la región, organizó un sistema político que le permitió reprimir y subordinar a los trabajadores – especialmente los obreros y campesinos – para súper explotarlos.

La resistencia a los planes de dominación norteamericana por parte de los pueblos latinoamericanos obligó a EEUU a imponer dictaduras militares para continuar extrayendo ganancias extraordinarias de la región. Cuba fue el único país latinoamericano en el siglo XX que logró liberarse del yugo político de las grandes corporaciones norteamericanas y los militares locales.

La crisis del capitalismo norteamericano y el modelo neoliberal a fines del siglo XX produjo un cambio en el ordenamiento político. A la nueva correlación de fuerzas contribuyó el colapso del experimento soviético en Europa. Una nueva oligarquía financiera se apoderó del Estado y de los partidos políticos, tanto de derecha como los de izquierda. El PRI (México), PS (Chile), Justicialista (Argentina), PSDB (Brasil), PRD (Panamá) y otros asumieron el proyecto neoliberal como solución única a los problemas de la región. Compitieron por el favor de las corporaciones y sus clientes electorales en las campañas electorales.

Este cuadro fue resquebrajado cuando aparecieron, en el marco del vació creado por la vieja ‘izquierda’, el PT (Brasil), el ala izquierda del Justicialismo (Argentina), la Nueva República/PSUV (Venezuela), el Movimiento Ciudadano (Ecuador) y el Frente Amplio (Uruguay). En Centro América, los frentes militares de liberación nacional de las décadas de 1970 y 1980 - FSLN y FMLN - llegaron al poder mediante elecciones a principios del siglo XXI.

Los países del ALBA logran mantener, a pesar de los ataques de EEUU, un frente común, con mucha autonomía. En cambio, las otras izquierdas en el poder tuvieron que negociar con Washington para conservar los espacios necesarios para seguir gobernando.

EEUU no abandonó sus tácticas golpistas. En 2007 derrocó a Mel Zelaya en Honduras e igual a Lugo en 2012 en Paraguay. En 2002 organiza un golpe militar-corporativo que es frustrado contra el presidente Chávez en Venezuela. Desde aquella fecha EEUU no ha dejado de desestabilizar y amenazar con intervenciones militares al gobierno venezolano, presidido por Nicolás Maduro.

Los golpes militares de EEUU en América latina representan cambios radicales en la correlación de fuerzas. En el siglo XX tuvieron tres ejes. El primero fue en la primera mitad de ese siglo, cuando colapsó el sistema capitalista mundial (la recesión) y EEUU quiso asegurar su dominación. Durante la segunda guerra mundial EEUU maniobró para conservar a la región como proveedora de materias primas y bienes industriales para el esfuerzo bélico. El tercer momento fue consecuencia de la ola de movimientos de un proletariado maduro que sacudieron los cimientos políticos de la región y fueron reprimidos violentamente a partir de la década de 1960.

EEUU también ha recurrido a los magnicidios para deshacerse de líderes políticos que ponían en peligro su hegemonía: Gaitán en Colombia, Jaime Roldós en Ecuador, Torrijos en Panamá, Allende en Chile y probablemente Chávez en Venezuela.
La hegemonía cultural
El consumismo es la ideología que logra mantener la cohesión social en EEUU, América latina y en el resto del mundo. El consumismo es la ideología del sistema capitalista que le permite mantener su control sobre la población. Por un lado, el consumismo iguala a todos los miembros de la sociedad capitalista convirtiéndolos en aspirantes a ser partes del mercado. Por otro lado, el consumismo crea condiciones para promover la competencia entre los individuos. El logro más acabado del consumismo es su capacidad para borrar las líneas clasistas que son la preocupación principal de los sectores dominantes.

El consumismo tiene dos bases claves para que pueda funcionar. Por un lado, los trabajadores asalariados. Sin esta clase de trabajadores, el consumismo se reduce a un pequeño círculo de rentistas y capitalistas. El consumismo, en la terminología de la clase dominante, produce una ‘clase media’. El consumidor de mercancías (producidas por trabajadores asalariados) es miembro de la ‘clase media’. No importa de qué sector de la sociedad provenga.

Por el otro, el consumismo requiere de una poderosa máquina publicitaria que divulgue cuales son las mercancías en oferta y, además, que estimule el consumo por parte de los trabajadores. El consumo debe superar el ingreso de los trabajadores (salario) para crear una economía virtual basada en la deuda y la especulación.

EEUU logró crear esta economía basada en instrumentos especulativos a principios del siglo XX. Consolidó el modelo en el período posterior a la segunda guerra mundial (1945-1975). A partir de esta última fecha, inició la construcción de una economía virtual mediante la subordinación del sector productivo del capitalismo al sector de las finanzas (especulativo).

El mundo y América latina ha sido objeto de un proceso de financiación de sus economías. En el siglo XIX la penetración del capitalismo norteamericano creó un mercado agro-minero de enormes dimensiones. Posteriormente, en el siglo XX, mediante la exportación de tecnología industrial el capital norteamericano creó burguesías nacionales dependientes y una clase obrera combativa. En la actualidad, el llamado mercado ‘virtual’ de un capital norteamericano financiero se ha apoderado de las economías destruyendo la burguesía nacional y debilitando la clase obrera.

La nueva fase de la acumulación capitalista necesita conservar la ideología consumista para no perder su hegemonía cultural. El consumismo ha invadido todos los espacios de la sociedad latinoamericana: La familia, la educación, las iglesias, la comunidad, los partidos políticos y las demás instituciones sociales. En la actual fase del desarrollo capitalista, quienes no consumen son expulsados, marginados y virtualmente desaparecidos. Para existir hay que consumir. Consumo, luego soy. Mi identidad se relaciona directamente a mi status de consumidor.

EEUU controla casi todos los resortes del consumo de mercancías. Incluso, los productos que se consumen pueden ser ‘producto nacional’ o ‘Made in China’, pero reproduce la ideología norteamericana y el ‘American Way of Life’. A fines del siglo XX, el ideólogo Henry Kissinger se preocupaba de la creciente influencia del Fútbol europeo y su impacto sobre América latina y el resto del mundo. Después de la crisis de 2008 y el colapso del proyecto europeo estará descansando más tranquilo.

El modelo chino le quita un poco más de sueño en la actualidad. Sin embargo, China pretende sustituir a EEUU a largo plazo (¿siglo XXII?) no pretende presentar una alternativa. A pesar de los defectos del modelo soviético del siglo XX, contenía los elementos ideológicos de una alternativa: el socialismo.

La ideología del socialismo se diferencia del capitalismo en un aspecto fundamental: Mientras que el último se basa en el consumismo competitivo, el primero tiene como ideal la solidaridad. En teoría en el socialismo no hay espacio alguno para la acumulación. Como consecuencia, es imposible que surja un modelo financista de sociedad (especulación).

La surcoreana Samsung es la empresa que más gasta en publicidad en el mundo. Un total de 14 mil millones de dólares. En 2013 las empresas capitalistas de EEUU gastaron 100 mil millones de dólares en publicidad. La compañía Procter & Gamble invirtió 5 mil millones en ese año. Más del 40 por ciento de lo gastado en EEUU se hace a través de la televisión (cable, al aire y otras).

La participación de EEUU en la publicidad global está disminuyendo. Sin embargo, aún domina - con un 33 por ciento del total - el negocio de la publicidad. China que hace 20 años apenas llegaba al uno por ciento, en 2013 representaba cerca del 9 por ciento. América latina tiene el 7 por ciento del mercado publicitario. El 40 por ciento del presupuesto total de cerca de 40 mil millones de dólares anuales en publicidad en América latina se concentra en Brasil. El crecimiento de los gastos en publicidad en América latina es más rápido que en el resto del mundo. En 2016 se calcula que se gastarán 31 mil millones en la región sólo en internet, comparado a 17 mil millones en 2011. En televisión pasaría de 20 mil millones a 30 mil millones de dólares en 2016. En los periódicos impresos, aumentaría de 8 mil millones a 10 mil millones de dólares. 

 
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